Los jabones que alteran el ph de la piel pueden agravar enfermedades de la piel


Cuales son y porque se necesita 
JABONES PARA UNA HIGIENE SALUDABLE


jabones que alteran el pH de la piel pueden causar dermatitis cutáneas

Por lo menos una ducha al día es necesario para mantenerse limpio y aseado. El agua debe estar tibia porque a temperaturas mayores la piel se irrita especiamente si ya hay dermatitis previa pero ka calidad del jabón es primordial a tener en cuenta. Lo meor es el jabón natural de pH cercano al neutro.

Conviene que el jabón incluya en su composición extractos de aceites vegetales (mantienen y regeneran el manto protector de la piel) y que además respete el PH de la piel. Lo adecuado es que el índice se encuentre en torno al 5,5 y no supere el 6,5.

Se debe ser cuidadoso en la aplicación del gel de baño. No hay que hacerlo con fuertes fricciones, ya que podemos agredir a nuestra piel. Basta un leve masajeo con la mano o con una esponja muy suave para retirar la posible suciedad del cuerpo.

No hay que descuidar la hidratación después de la ducha (previene la tirantez y la sequedad de la piel) ni su secado, de manera especial en axilas, ingles y pies. Se previene así la aparición de infecciones fúngicas.

El manto hidrolipídico

La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano, y es además la primera línea de defensa, la barrera con la que el organismo se protege de los elementos y de los microorganismos nocivos. Está compuesta por diferentes capas y estratos, de los que la piel se vale para llevar a cabo esta función.

Uno de ellos es el manto lipídico que la recubre, la protege de forma natural y al que no siempre se le brindan los cuidados que merece. Se compone de agua, lípidos y otros componentes que ayudan a retener el agua en la dermis. Esta función es clave porque la piel necesita estar hidratada para poder llevar a cabo su labor protectora.

La capa de lípidos tiene un PH ligeramente ácido, que se sitúa en torno al 5,5, que es lo que impide que gérmenes, bacterias, virus, ácaros y microorganismos campen a sus anchas por nuestra piel. Por eso es importante no alterar esa acidez. Si se modificara, el manto perdería propiedades, y se volvería incapaz de frenar el avance y la proliferación de estos agentes externos. No es la descripción de un caso extremo o poco probable. Gestos como el de ducharse en repetidas ocasiones a lo largo del día y emplear jabones, geles u otros productos que perturben el índice de acidez natural de la piel pueden ser los principales culpables de agotar el manto lipídico.

Enfermedades por exceso

Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, nuestra piel está preparada para una única ducha diaria. Si nos duchamos varias veces en un solo día sin poner en práctica hábitos como el de hacerlo únicamente con agua y sin jabón en las segundas y terceras duchas, el exceso se puede saldar con la aparición de alguna de las siguientes enfermedades:

-Dermatitis atópica: La más conocida por su creciente incidencia. La asociación española de familiares y pacientes de esta enfermedad calcula que en nuestro país cerca del 10% de la población convive en la actualidad con esta dolencia, con especial prevalencia entre los más pequeños. Se estima que la dermatitis atópica ocupa el 20% de las consultas de los servicios de dermatología pediátrica.
Cuando una persona sufre dermatitis, su piel no cuenta con el manto lipídico protector y se da una pérdida de agua que origina una intensa sequedad. Se padece una molesta e irritante sensación de picor que en algunas ocasiones hace muy difícil evitar su rascado. Aunque la dermatitis atópica es una enfermedad crónica -sin cura por el momento-, existe un tratamiento que logra al menos controlar síntomas como el del picor y el enrojecimiento de la piel.

-Infecciones: Otro de los problemas de perder la acidez natural del manto es que nuestra piel puede ser víctima de infecciones. La popular pitiriasis alba, fácilmente reconocible por la aparición de manchas blanquecinas o con falta de pigmentación en la espalda y en las extremidades superiores, es una buena muestra. En ocasiones, dermatitis atópica y pitiriasis van de la mano: la primera conlleva la proliferación de la segunda. La piritiasis se asocia a la piscina por el cloro. Resultado: la piel ya no está en condiciones de frenar el avance de microorganismos externos. En el caso de la pitiriasis, su tratamiento, por vía tópica, se dilata en el tiempo convirtiéndose en una tarea tediosa y molesta que conviene evitar cambiando ciertos hábitos de nuestra higiene diaria.

-Alergias: Surgen porque las pieles con el manto hidrolipídico dañado son más sensibles. La predisposición es más alta cuando la capa protectora de la piel está agotada, pero ello no quiere decir que todas las pieles vayan a ser hipersensibles a determinadas sustancias. Depende de cada persona y del tipo de piel. En este caso, los alérgenos que normalmente causan las reacciones alérgicas son algunos de los componentes de los propios geles de baño: desde los espesantes y emulsionantes, hasta el propio perfume o el color del producto.

PH 5,5 y aceite vegetal

Al igual que la piel, los geles y los jabones tienen también PH, el índice de acidez que mide la alcalinidad del producto. Hay que ser cuidadoso y emplear sólo aquellos con un PH cercano al de la piel: 5,5. Y que en ningún caso excedan el 6,5. A partir de esa cifra,  es desaconsejable porque el riesgo de que altere y acabe neutralizando el manto hidrolipídico de la piel es muy alto. Se tiende a pensar que la efectividad de un jabón de baño se mide por la cantidad de espuma o burbujas que haga. En otras ocasiones, lo compramos por el olor. Ambos son planteamientos erróneos. El tipo de jabón más adecuado no destaca ni por su fragancia ni por ser excesivamente espumoso. Los jabones más convenientes son los que incluyen entre sus componentes aceite de oliva u otros aceites vegetales como el de almendras, el de germen de trigo, el de palma o el de coco.

Además, hay que prevenir la sequedad de la piel y no descuidar su hidratación después de la ducha. Por eso, no está de más establecer una rutina de hidratación. La crema hidratante o el aceite corporal deben aplicarse con ligeros masajes sobre la piel ya seca hasta que se absorba. No obstante, hay que limitar la cantidad y la frecuencia de aplicación de la crema hidratante sobre la cara y el cuello. En ocasiones, se abusa de este tipo de fluido y se favorece la aparición de otras enfermedades cutáneas como el acné.
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